Publicado en la revista de la Sociedad de Caza y Pesca "Segontia"
Que José Zorrilla me perdone...
Ah¡ ¿No es cierto, buen cazador,
que en este apartado monte
el aire puro no se esconde
y se respira mejor?
Este cochino que vaga,
atento a los mínimos olores
hozando las campesinas flores
en pos de la bellota buena;
es cochino de faz serena
que atraviesa no sin temor
la charca donde el cazador
le espera al caer el día
¿No es cierto, cochino mío,
que tu lomo está ya en el visor?
La armonía de este momento
do la noche se agranda y tensa
y el tiempo se detiene y adensa,
en la memoria fragua cual cemento.
Ese ojo y oído atento
ese dulcísimo instante
gatillo y dedo pasante,
convocando a la muerte arpía,
¿no es verdad, presa mía
que es tu muerte sin dolor?
No, cazador, eso es engaño
que sólo tu conciencia avala;
yo muero aquí, por la bala
en la charca de mi último baño.
Tu presencia tarde he descubierto,
el viento quiso traidor
hacer ajeno tu olor,
y ya presiento el olor a muerto.
¡Cazador¡ Cazador¡ yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
dispárame al corazón,
tuyos son mis colmillos de oro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario