Como la falsa moneda, de mano en
mano va y ninguno se la queda. La bota es cuero preñado de vino, una ubre de leche
roja que el montero alza en sus manos como un trofeo para una sed ganada en la
mancha.
En el campo, el vino sabe mejor
en bota, a ver quién niega esta incontestable verdad. Será que en el monte el
pan sabe más a pan y el vino a vino ¿quién inventó la máquina de cortar jamón?
Beber en bota no es llenar el
buche de vino, bajar la bota y luego tragar. Eso es faltarle el respeto a la
bota. Para beber de ella hay que ponerle cierto arte, tragar sin dejar de respirar y sin apurarse, mirando
hacia arriba, a esa fuente de cuero que se afloja lentamente entre nuestras
manos. Es normal que los primerizos se
añusguen al primer trago; beber de ella exige
oficio, temple, distancia. Algo muy parecido ocurre en la caza.
Texto publicado en la
revista de la Sociedad de Caza y Pesca “Segontia” (www.segontia.es)
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