La navaja es un cuchillo plegable
que sabe esconder su filo como un as en la manga. Acompaña al hombre de
campo y le asiste a la hora de comer o a
la de afilar un palo con el que arrimar una chuleta a la lumbre. La línea curva
o recta de su filo ha escrito muchos renglones de nuestra vida campera. Con
ella pelamos una naranja, aviamos un conejo o desollamos un jabalí, tal es su
versatilidad.


Muchos cazadores tienen en su
navaja un amuleto y exhiben su vieja cabritera como un trofeo más. La abren con
orgullo, lentamente, con el secreto afán de que los demás reconozcan la
veteranía de su dueño en su hoja gastada, en sus cachas desportilladas. La navaja guarda muchas historias, sólo hay
que abrirla en el monte, cortar un poco de pan o un tomate, perder la mirada, ponerse a recordar.
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