viernes, 30 de enero de 2015

Argos: historia de un reencuentro.




A Homero, q.e.p.d.
 
Argos no fue el perro de ningún héroe, al menos de esos héroes épicos a quienes la Historia y los libros pone una espada en la mano o una hazaña en su vida. El que luego fue su amo era un hombre solo, en nada distinto a tantos otros de los que habitan las calles de una gran ciudad, con su cuota alícuota de temores y de hastíos y con una forma callada y casi secreta de felicidad, la que le daban sus pies cuando pisaban tierra en lugar de asfalto para ir a cazar.

miércoles, 28 de enero de 2015

Galgos y manzanas

En la hechura de los galgos hay mucho de viento, como si el aire les habitara los huesos, a modo de pájaros. Sus patas tienen un no sé qué de alas frustradas, condenadas a volar a ras de páramo y barbecho en un vuelo que nunca termina de despegar, quizá sea porque el de las liebres tampoco lo hace. La sombra de los galgos – que corre tanto como ellos - tiene forma de neblí pues a la galga primera la preñó un halcón volantón que andaba enamoriscado de sus curvas de viento mamífero. A estos perros la velocidad les sustancia la vida; y también se la quita, cuando les falta.

martes, 27 de enero de 2015

Cantos de sirena



Old longings nomadic leap,                                                   
Chafing at custom's chain;
Again from its brumal sleep
Wakens the ferine strain.




Jack London (“The call of the wild”)



Nostalgias inmemoriales de nomadismo brotan

debilitando la esclavitud del hábito

de su sueño invernal despierta otra vez,

feroz, la tensión salvaje.


Jack London (“La llamada de la selva”)



Tendría un año cuando llegó a la perrera. Era uno de los cinco cachorros que parió una mastina blanca que vino preñada del monte, donde cuidaba los terneros de un aldeano que los tenía allá arriba, justo en la linde donde la espesura del bosque amojona los últimos prados. Su dueño lo trajo al pueblo después de la desgracia.

Semillas blindadas

 
A Luis Calle, con cariño; y a Lourdes Folguera, todavía con más cariño.

 Pablo Calle Folguera tiene más de una lata agujereada por los perdigones de un cartucho de doce milímetros. A sus nueve años ya sabe trazar la línea recta e imaginaria que une su ojo, el punto de mira y el óxido aterrorizado de una lata vieja de tomate.

lunes, 26 de enero de 2015

Días de caza y rosas (25 de enero de 2015)



El pasado domingo soltamos unas perdices en la zona del coto que tenemos habilitada para estos menesteres.  Al menos a mí, en estos días, me pasa que voy sin ninguna tensión, pues no lo considero un día de caza propiamente dicho, sino una ocasión magnífica para pegar más tiros de lo habitual,  para ver alguna buena faena de los perros y para echarnos unas risas con los fallos estrepitosos que solemos tener cuando nos precipitarnos en los tiros ante una perdiz franca que sale en medio de varias escopetas.

miércoles, 21 de enero de 2015

Malapata



 Publicado en la revista "Linde y Ribera" (Marzo 2003)


Pena con pena y pena desayuno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.



 (Miguel Hernández)



Las cabras, para un perro pastor, tiene más categoría que las ovejas, dónde va a parar. La oveja es un animal de seso corto, asustadizo y aburrido, muy torpe al lado de las cabras, que parecen paridas por una lagarta de cómo suben por las piedras sin despeñarse. Las cabras hacen de los guijarrales una alfombra de terciopelo y de cuatro hierbas un menú regio; a la ovejas les valen los rastrojos de paja aburrida para ver pasar el tiempo, para adocenarse sin remedio en su idiotez última.

martes, 20 de enero de 2015

Jarabe de palo y miel



De mi infancia pocos recuerdos tengo, y casi todos malos, sino fuera por el que guardo de mi madre, una podenca campanera y blanca a la que un perro, que decían andaba cruzado de mastín , montó un día de los que a mi madre la Naturaleza le dio fértil.

domingo, 18 de enero de 2015

Perra vida



Pistón es un pointer blanco y naranja, tallado a escoplo en sus músculos, con porte de atleta maduro que ya peina alguna cana en el morro. Tiene un ojo un tanto bizco que le da a su mirada un aire bisoño, como un si fuera un niño muy viejo que entendiera bien pocas cosas, porque Pistón no es el más listo de la clase, pero todo lo compensa esa forma de querer que tiene tan cargada de agradecimiento.

jueves, 15 de enero de 2015

¿Con las manos vacías? Domingo 11 de enero de 2015



En la caza, como en la vida, solemos a ofrecer a los demás sólo nuestro mejor perfil y tendemos a ocultar, cuando no directamente a falsear, aquellos aspectos o momentos que quedan lejos de los focos. Ejemplo claro de esto que digo es  Facebook, que no deja de ser, en muchos casos, un muestrario de alardes, de felicidades de polaroid y de falsas amistades que en muchos casos son inventadas.

Las cuadrillas forzadas



"Nombrar la  mariposa no la hace volar"


Juan Gelman

Nuestros abuelos poco o nada sabían de lindes, de cotos, de vedas. El campo estaba ahí para mamar de una ubre que casi siempre andaba llena de la leche, en gran medida porque la agricultura y la ganadería eran más aliadas que enemigas a la hora de mantener y engordar la vida animal.

martes, 13 de enero de 2015

Los niños, la muerte, la caza.




 La gorrilla bien calada, las rodillas siempre con algún escarbo de las caídas con la bicicleta y el tirachinas colgando del cuello como una medalla al mérito de la infancia. En verano, cuando niños – hablo de los niños de antes, que lo que aquí voy a decir malamente aplica a los niños de hoy-  empanzábamos los bolsillos del pantalón con una carga de piedras escogidas en el río y andábamos siempre trenzando alguna mala idea que nos permitiera tener a tiro un gorrión o una rata de agua.

lunes, 12 de enero de 2015

La mala estrella



 “Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte.”

“La familia de Pascual Duarte” Camilo José Cela

 No está bien remover las cenizas de los recuerdos. Menos aún si es un muerto quien lo hace. Pero hoy he salido de las retamas que para los perros quedan del otro lado de la vida para contar mi historia, quizá sólo sea por no olvidarla, que la vida terrenal tampoco es tan corta como para que toda ella quede impresa en la memoria.

sábado, 10 de enero de 2015

Cazadores basura



En la fantástica novela “La vida exagerada de Martín Romaña”, de Alfredo Bryce Echenique, el protagonista es un tipo al que le puede la necesidad de pasar desapercibido; de hacer del segundo plano, su único plano; y al que todo se le va en un empeño de discreción. Quizá su modestia raya en la paranoia, en la obsesión patológica, pero aquí me vale de ejemplo para hablar de la virtud que es intentar pasar desapercibido a la hora de cazar.

viernes, 9 de enero de 2015

Ropa Vieja



En las revistas de caza siempre hay muchas fotografías. Una revista de caza sin fotos no la compraría nadie, son la pimienta de las publicaciones. Las imágenes impresas atraen el “voyeur” que todos los cazadores llevamos dentro, quizá sea por esa habilidad innata que tenemos los cazadores para ver nuestra mejor sonrisa en la cara del afortunado que levanta ante la cámara un manojo de perdices o se sienta sobre el cadáver aún caliente de un jabalí.

martes, 6 de enero de 2015

Galgos: perros de viento y olvido



Un galgo es un golpe de viento, una flecha mamífera, un leopardo vestido de perro. La leche de las galgas amamanta halcones de cuatro patas, morro afilado y mirar inocente. Pocas cosas hay tan bellas como un galgo en carrera. Pocas formas de caza existen tan deportivas y tan primitivas como la caza de la liebre con galgos.

II Jornada de Cacería Clásica Española (13 de diciembre de 2014)



Hará cosa de tres años, mi buen amigo Manuel Pedrosa tuvo la ocurrencia de celebrar, entre un grupo de amigos a quienes nos gusta “cazar a la antigua”, lo que él vino a llamar la I Jornada de Cacería Clásica Española.  Así, en diciembre de 2013, nos juntamos por tierras manchegas para echar un día de cacería, vestidos como lo hacían nuestros abuelos, con las mismas escopetas centenarias con las que ellos cazaban y con perros propios del ruedo ibérico: básicamente podencos y algún pachón. 

Somos



Increíblemente

soy también la memoria de una espada

y la de un solitario sol de poniente

que se dispersa en oro, en sombra, en nada. (“La Rosa profunda” J.L. Borges)

No juzgaría fácil averiguar qué oscuros arcanos hacen del hombre de aquí y de ahora – que no come de lo que mata- un cazador. Fuera de evidentes e inextricables razones genéticas, los hechos que llevan al hombre de la mano a la caza son tan diversos como las piedras y tan subjetivos como un atardecer; pues para lo que a uno es llave que abre, es para otro cerrojo, muro o, simplemente, nada. Esta es ley que vale para todos los órdenes de la vida, y la caza, en esto, no hace excepción.


La mala muerte de Antoñuelo, el "Corcheta".




 A Manuel Pedrosa, gran cazador y podenquero y mejor amigo. Con todo el afecto.

 El plomo es ciego, por eso las balas no saben de regates; la que mató a Antoñuelo, el Corcheta, no hizo con él una excepción. La bala sólo es un tiralíneas de velocidad compacta buscando su destino, y el de ésta, venía vestido de luto, que es uno de sus trajes posibles cuando se dispara a ciegas.

Res del alma mía (versos plagiados VII)

Publicado en la revista de la Sociedad de Caza y Pesca "Segontia"


Que José Zorrilla me perdone...

Ah¡ ¿No es cierto, buen cazador,   
que en este apartado monte
el aire puro no se esconde
y se respira mejor?

Volverán las oscuras cochinas (versos plagiados VI)

Publicado en la revista de la Sociedad de Caza y Pesca "Segontia"


Que Bécquer me perdone...


Volverán las oscuras cochinas
en el monte sus vientres a preñar
Y, otra vez, al amor de los jarales
los rayones nacerán.

La caza es sueño (versos plagiados V¨)


Publicado en la revista de la Sociedad de Caza y Pesca "Segontia"




Que Calderón de la Barca me perdone....

Sueña el cazador en el puesto
un imaginario y venturoso lance,
disparando casi en trance
y dando el acierto por supuesto;
le adivina la querencia a la res, 
detrás, puro atropello de rehala,
impaciente, espera la bala
¿Quién hay que renuncie a soñar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte? 


Ándeme yo caliente (versos plagiados IV)

Publicado en la revista de la sociedad de Caza y Pesca "Segontia"



Que Luis de Góngora me perdone...

Ándeme yo caliente 
y ríase la gente.

Estar en el gobierno
de la mancha y las jaurías,
sentir latir la montería
espanta  todo  averno.
Y las mañanas de invierno
vino y miga caliente.
Y ríase la gente.

Cantares (Versos plagiados III)

Publicado en la revista de la Sociedad de Caza y Pesca de "Segontia"


 Que Antonio Machado me perdone...

 Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es cazar,
cazar corzos y cochinos,
y venados en el espesar.


A una nariz (Versos plagiados II)

Publicado en la Revista de la Sociedad de Caza y Pesca "Segontia"



 Que Quevedo me perdone....


Érase una perra a una nariz pegada
Érase una nariz superlativa
Érase una nariz para perdiz esquiva
Érase para cochina mal encarada.

Con diez rehalas por mancha (versos plagiados I)

 Publicado en la revista de la Sociedad de Caza y Pesca de Segontia.
  
 Espero que José de Espronceda sepa perdonarme...

Con diez rehalas por mancha
viento en suelta, a toda vela
no trotan el monte sino vuelan
diez podencos y un mastín.

El contenido del lance



 Publicado en la Revista de la Sociedad de Caza y Pesca "Segontia" (2011)

El lance es lo que cualquier cazador invoca cuando tira de recuerdos o de la imaginación para esto de la caza. Alimenta los álbumes cinegéticos que guardamos en los anaqueles de la memoria y sirve para imaginar posibilidades futuras; sin embargo, aunque pasado y futuro son tiempos válidos para el lance, la esencia de éste hay que buscarla en el presente, en el momento en el que sucede. Descifrar su contenido esencial, su médula, su misterio, no resulta, sin embargo, empresa fácil.

Los zahones

Publicado en la revista de la Sociedad de Caza y Pesca "Segontia"


A veces el monte es mucho monte, impone su ley de espesura inextricable, se hace arisco al hombre y alza su escudo vegetal como una membrana que es preciso romper para poder avanzar. Cuando no hay tiempo para andarse con rodeos, hay que abrirse paso, romper el ramaje como lo hacen los jabalíes en fuga. No hay alternativa si lo que queremos es cazar, avanzar con los perros en la espesura de la mancha, echarle un pulso a la sierra, llegar al agarre.  Los zahones son el escudo protector, la piel inventada que viste las piernas indefensas del hombre de monte. En la muerte a cuchillo, su cuero tiznado por las jaras - o manchado de sangre – siempre es testigo de cargo.

Los cuernos del buen agüero (30 de noviembre de 2014)

Domingo 30 de noviembre de 2014.
 
Uno de los errores que el hombre suele cometer cuando las cosas marchan bien es dar por hecho que esa situación es la normal y que ha de prolongarse en el tiempo, como si les fuera algo debido.  Después, cuando la realidad nos abre los ojos y las vacas enflacan, vienen las desilusiones. Por eso, es esencial poner en valor los momentos que la vida nos va regalando, que al final siempre termina viniendo el tío Paco con las rebajas.

La caracola



Increíblemente, algo tan ajeno a la aspereza de la sierra, al fragor de las ladras, como la concha de un caracol marino, se ha convertido en un elemento irreemplazable en la iconografía de una montería.


Las formas del mar la hicieron cuerno para que el hombre, convertido en el macho alfa de la manada, llamara a sus perros, los convocara junto a él.  Su sonido es profundo, vibrante, primario, antiguo, puro. Sobrecoge la primera vez que se escucha porque uno siente la certidumbre de que ese mismo idéntico sonido ha atravesado la historia desde sus primeros pasos hasta llegar a la montería de hoy, donde el hombre sigue urdiendo estrategias para dar caza a sus presas, tal y como lo hacía miles de años atrás, cuando la voz marina de las caracolas también se entreveraba con el silencio y los sonidos propios del monte.

El rifle



El rifle es la evolución lógica de la lanza, su forma del siglo XXI, una lanza que alcanza distancias kilométricas con una precisión que sólo el viento o el pulso del montero contrarían. Su punta ha ganado en velocidad lo que ha perdido en tamaño; se ha convertido en un pequeño trozo de plomo que ya no necesita de filos –  por la velocidad de su vuelo-  y que tiene un solo uso.


 De sus formas, calibres y variantes mecánicas ya está escrito casi todo. El montero suele ser caprichoso y con tal de afinar su puntería rinde pleitesía a una miríada de calibres, grains y pólvoras. Tan es así, que muchos monteros guardan en sus armeros los rifles como si fueran pequeños dioses de madera y metal, hasta convertirlos en secreto objeto de un culto cinegético y politeísta.

La navaja

La navaja es un cuchillo plegable que sabe esconder su filo como un as en la manga. Acompaña al hombre de campo  y le asiste a la hora de comer o a la de afilar un palo con el que arrimar una chuleta a la lumbre. La línea curva o recta de su filo ha escrito muchos renglones de nuestra vida campera. Con ella pelamos una naranja, aviamos un conejo o desollamos un jabalí, tal es su versatilidad. 
 

Muchos cazadores tienen en su navaja un amuleto y exhiben su vieja cabritera como un trofeo más. La abren con orgullo, lentamente, con el secreto afán de que los demás reconozcan la veteranía de su dueño en su hoja gastada, en sus cachas desportilladas.  La navaja guarda muchas historias, sólo hay que abrirla en el monte, cortar un poco de pan o un tomate, perder la mirada,  ponerse a recordar.

La bala




La bala es velocidad dormida y enfundada en plomo. Acompaña inseparablemente al montero como un perro de metal. Su vida es un letargo al que la pólvora pone fin. En la bala todo se conjuga para hacer volar al plomo en un vuelo rectilíneo que sólo la distancia y el viento curva.


La bala normalmente hace muchos kilómetros con nosotros. Su momento puede tardar años en llegar, pero está ahí, esperándola como un amante fiel. Su llegada – la del instante que la justifica - suele ir precedida de una ladra, de una rama que se quiebra al pasar, del vuelo de un arrendajo. Entonces la bala despierta para forjar un lance indeleble o para hacerse un hueco en el baúl insomne donde el cazador guarda sus errores. Todo depende de la caricia más o menos oportuna del dedo índice sobre el gatillo.

La bota



Como la falsa moneda, de mano en mano va y ninguno se la queda. La bota es cuero preñado de vino, una ubre de leche roja que el montero alza en sus manos como un trofeo para una sed ganada en la mancha. 
  
En el campo, el vino sabe mejor en bota, a ver quién niega esta incontestable verdad. Será que en el monte el pan sabe más a pan y el vino a vino ¿quién inventó la máquina de cortar jamón? 


Beber en bota no es llenar el buche de vino, bajar la bota y luego tragar. Eso es faltarle el respeto a la bota. Para beber de ella hay que ponerle cierto arte, tragar sin  dejar de respirar y sin apurarse, mirando hacia arriba, a esa fuente de cuero que se afloja lentamente entre nuestras manos.  Es normal que los primerizos se añusguen al primer trago; beber de ella exige  oficio, temple, distancia. Algo muy parecido ocurre en la caza. 

Texto publicado en la revista de la Sociedad de Caza y Pesca “Segontia” (www.segontia.es)  

El chorizo



Os dejo el primero de una serie de textos cortos que escribí para la revista de la Sociedad de Caza y Pesca “Segontia” (www.segontia.es) dedicados a varios elementos imprescindibles en toda montería 

 Con su vestido ceñido, una silueta turgente y su cuerpo más o menos macizo, el chorizo nos cautiva  con su alma de pimentón y  su sabor a bocadillo escolar. El cuchillo, el fuego, o el agua hirviente de un  puchero son su destino último. Al amor del pan, nos acompañó en nuestras primeras jornadas de caza y nos ha seguido fiel, temporada a temporada; y así seguirá – Dios mediante- hasta que el colesterol nos saque la tarjeta roja.


Mucho antes que el plástico, que el papel de plata, que los envases al vacío, el hombre hizo de la tripa del cerdo el envase perfecto para el chorizo, pues se podía comer en una deliciosa confusión de continente y contenido.  A día de hoy, no conozco ningún cazador que no le tenga arrimo y ninguna montería en la que no se cuele; que todavía están por inventar las monterías vegetarianas.



El unicornio azul



Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
y puede parecer
acaso una obsesión,
pero no tengo más
que un unicornio azul
y aunque tuviera dos
yo sólo quiero aquel.  

(Silvio Rodríguez)



Confieso que sentí cierta vergüenza cuando me enteré que aquel tío lejano, a quien apenas conocí en vida, me había dejado, al morir, su rifle de caza. Era cierto que yo era el único sobrino al que le tiraba el monte, pero mi experiencia con la caza tampoco iba mucho más allá de los cerros y de los rastrojos cercanos a mi pueblo, detrás de las perdices o de los conejos, con la vieja escopeta de perrillos de mi abuelo, que también había heredado, como un testigo en el relevo de las generaciones.

El factor humano (15 de noviembre de 2014)

Le plagio el título a la novela de Graham Greene para traer a este diario un tema al que no le damos la importancia que merece: la concentración en la caza. Todos hemos visto a Rafa Nadal fallando bolas fáciles, cediendo juegos tras encadenar una serie absurda de fallos y luego, en el pequeño descanso entre juego y juego, comerse un plátano, echar un trago de agua, perder la mirada en un ejercicio de introspección  y salir a la pista y remontar el partido. Él mismo lo dice: “Cuando el partido es difícil tengo que poner doble de ilusión y doble de pasión”.   

lunes, 5 de enero de 2015

Errores (9 de noviembre de 2014)

El domingo cacé con la sola compañía de mis perras y volví a disfrutar de lo lindo. En esta ocasión, más que la crónica de los lances, me gustaría compartir con vosotros un par de reflexiones sobre dos tipos errores que suelen ser frecuentes en la caza: los errores de los conejos y los errores del hombre.
En ocasiones, los conejos muestran comportamientos de una astucia increíble, normalmente se trata de conejos viejos y perreados que han sobrevivido a mil batallas y que saben jugársela a perros y a cazadores añosos con mucho callo en esto de la caza; sin embargo, en otros momentos, los conejos, supongo que más por falta de experiencia vital que un fallo en su atávico instinto de supervivencia, cometen errores de bulto que les suelen costar la vida.