jueves, 26 de febrero de 2015

La caza impresionista (septiembre de 2004)



La belleza tiene sus distancias, eso debiera ser cosa sabida. El impresionismo de Manet no puede apreciarse con la nariz pegada al lienzo. Es necesario dar unos pasos hacia atrás, los justos para que nuestra vista consiga que amarillos, ocres y azules, se hagan frutos de un bodegón o perfilen un paisaje marino.

martes, 24 de febrero de 2015

El Goliath canijo


Cuando me dejaron a Dalí para que lo cuidara durante los quince días en los que sus dueños estaban fuera de la ciudad, mi conocimiento sobre los teckels se reducía a lo que de ellos había escuchado en boca de otros cazadores y a algún artículo que había leído en las revistas de caza que mi dentista, fundamentalista de la caza, tenía en la sala de espera.

viernes, 20 de febrero de 2015

Caza y toros



Pongo pie con estas palabras en un jardín del que no sé si saldré sin daño pues parece una paradoja irresoluble ser cazador y, al tiempo, condenar la fiesta de los toros. Eso es zarza de mucha espina, tercio de banderillas del que no escaparé sin algún chicotazo en las costillas. Las veces que me he atrevido a decirlo en público me han hecho callar por ser, por mi afición a la caza, también yo un matador; peor aún, pues la muerte que yo doy viene empañada por la distancia que pone la pólvora, que no tiene nada que ver con el duelo más equilibrado que existe entre el pitón y el estoque. En pocas ocasiones me han dejado ir más allá, por eso ahora que tengo la palabra de mi mano quiero dejar escrito el porqué de mi mucho atrevimiento.

jueves, 19 de febrero de 2015

Fortu (Afortunado)



A mi primo Javier

No me pregunten la razón, porque ni yo, ni ningún perro de los que nacemos con afición, sabría explicar qué arcana urdimbre genética nos lleva tras las huellas de la caza. Basta con pisar un olivar o un rastrojo; sobra con oler las hojas pegajosas de las jaras, para que algo dentro se active, un automatismo predador al que nos entregamos con la misma pasión con la que buscamos comida cuando hay hambre; la espalda de las perras, cuando toca a rebato el campanario del celo; o la mordida brutal, cuando otro macho nos tienta de más.

El mundo al revés (19 de mayo de 2004)


¡Qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!
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Nocturno (Rafael Alberti)


Mientras escribo este artículo el Valencia C.F. va ganando 2-0 al Olympique de Marsella en la final de la Copa de la UEFA, los monumentos de Madrid se engalanan de violetas y ocres para el acontecimiento del siglo; Pertegaz afirma rotundo que la novia está encantada con el traje; se siente el pálpito de júbilo porque Madrid puede ser sede olímpica. La terrible inmensidad de lo simultáneo me dice al oído que todavía andan calientes los cadáveres de cuarenta y un iraquíes masacrados por la aviación norteamericana mientras celebraban una boda y diez cadáveres palestinos nunca comprenderán por qué los Black Hawck del ejército israelí – palomas negras de la paz de Sharon- dispararon sus misiles contra una muchedumbre que se manifestaba sin más armas que sus gargantas.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Comer la caza



La razón primera de la caza hay que buscarla en un estómago vacío. El ayuno hizo afilar las piedras, consiguió convertir el brazo y la tensión de la madera arqueada en potencia elástica para que piedras y flechas se hicieran arrojadizas. El hambre parió la astucia que hizo la primera sangre y sirvió para dar de comer a la tribu. La vuelta a casa con la presa al hombro era sinónimo de fiesta, de hogueras que se encendieron para inventar la cocina. Ya lo decía Manuel Vázquez Montalbán. “Cocinar es un tránsito cualitativo casi siempre con la ayuda del fuego”.

viernes, 13 de febrero de 2015

Armer ohne Name (pobre "sin nombre")


Elisa García Fernández,  que pelea  por los perros desheredados de León.



El Dr. Wolfgang Fischer vive en Berlinstr. número 20, en una casa con jardín, en la colina que queda al otro lado de los puntos de amarre que el puerto de Flensburg (Alemania) tiene para los mercantes más grandes. Desde el zaguán de la entrada se puede ver el trasiego de colores de los barcos pesqueros que navegan por las aguas oscuras del Báltico; también, varias veces al día, los bueyes tercos de los ferrys, que hacen el viene y va de la ruta que une Alemania y Dinamarca con su inevitable carga de pasajeros borrachos de la cerveza sin impuestos que se sirve a bordo.

martes, 10 de febrero de 2015

Los lobos del terror



 Homo homini lupus.    Plauto  (Asinaria, 495)                                          

Comienzo estas líneas pocas horas después de los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004. La matanza está hecha y la sangre seca e inútil de muchos cadáveres no hay forma ni ganas de borrarla del recuerdo. La rabia y el dolor son ahora el único argumento. Un río de odio comienza a correr por las calles de la ciudad; es la gota fría que viene de la muerte. Los lobos del terror han reventado trenes para sembrar los andenes con flores de sangre.

lunes, 9 de febrero de 2015

La maldición de los cuquilleros



 mí me gusta cazar con perro. Pienso que el cazador sólo va entero si tiene al perro con él. Aunque alguno no lo crea, cazador y perro, durante la caza, pierden la mitad de la sustancia cuando el otro falta, por ser dos que se hacen uno solo al olor de jaras y aulagas. También digo que hago esencial el tiro y que, para serlo, ha de tener algún decoro, bien porque la distancia sea mucha, el movimiento rápido, o el tiempo para hacerlo casi no exista.

A perdices y conejos en Borox (Toledo) (4 de febrero de 2015)



 Como me quedaba un día libre de las vacaciones del año anterior, me “dejé liar” por unos buenos amigos para ir con ellos a un coto en Borox (Toledo). A pesar de estar en pleno temporal de frío, viento y nieve, pusimos rumbo a tierras toledanas, porque a cazar hay que ir “aunque haga bueno”.

lunes, 2 de febrero de 2015

De vuelta al 12 (Domingo 1 de febrero de 2015)



Nuevo día perdices de suelta. Estos días sirven para no tocar más el resto del coto y darle tregua al campo después de una larga e intensa temporada. También para tener la esperanza, seguramente vana, de que las perdices sobrevivientes puedan aprender a vivir en libertad y sortear el hambre de los muchos depredadores que las están esperando. Esa ilusión no hay que perderla por mucho que uno la mire de reojo.