El pasado día 28 de febrero, unos
amigos de La Toba (Guadalajara), fuimos a tirar unas perdices a un coto
intensivo, a modo de despedida de la temporada.
Esta modalidad de suelta no está
entre nuestras preferencias cinegéticas, pues todos los que allí estábamos
somos cazadores acostumbrados a batirnos el cobre con el campo y a sudar el
fruto cinegético que éste finalmente nos dé (o no). Por eso, este exceso de
tiros, esta profusión de lances, nos resulta un tanto ajeno, pero mentiría si
dijera que íbamos con la intención de tirar a “no dar”.
Cierto es que las sueltas
permiten afinar un tiro que habitualmente los cazadores al salto practicamos
más bien poco: el tiro de pico, es decir, aquel que se realiza sobre una perdiz
que viene hacia el cazador, normalmente a una velocidad endiablada y a una
altura considerable. Estos tiros, tienen su aquel.
Me sorprendió la altura que
cogieron muchas perdices. Para ser perdices de granja, su vuelo fue recio y
muchas aprovecharon el aire para ganar altura y superar la barrera de plomo que
le intentábamos poner. A éstas, y para completar la percha, las fuimos a buscar
después con los perros.
Después, pusimos la guinda al día
con una comida fantástica propia de la mejor “boutique” del colesterol. Unos
chorizos de lágrima, panceta y careta de cerdo y unas deliciosas chuletas de
cordero; todo acompañado de un fantástico vino y un mejor pan candeal.
Para rematar, una buena partida
de mus.
¿Se puede pedir algo más?
Os dejo un vídeo en el que
podréis ver unos cuantos tiros de pico interesantes.
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