Si uno entiende bien el paso de
los años, termina aprendiendo a sacarle la savia a algunos momentos que antes
pasaban desapercibidos. La caza, en esto, no es una excepción. Pasadas las primeras
fiebres que exigían un tratamiento a base de muchos tiros y mucha carne muerta;
algunos cazadores, entre los que creo encontrarme, alcanzan un estado de calma
cinegética, de no demanda de una contraprestación abultada en el morral. En esta
fase, se pone el acento en el detalle, en ese maravilloso mundo cinegético al
por menor.
Para muestra un botón: este año,
Tiza, una cachorrilla hija de mi podenca Pepa, está iniciándose en la caza del
conejo. En el vídeo podréis ver el momento exacto del bautismo de Tiza como
perra de caza. Con cuatro meses y medio, era el primer día que salía al campo con su madre, Pepa, y con
su “tía” Jara. Nunca antes había visto un conejo y no comprendía bien cuál era
el secreto afán que movía a las otras dos perras a buscar con esa ansiedad. Así
fue hasta que un conejo que las perras adultas sacaron de una chaparra baja
pasó por delante de ella hasta embocarse unos metros más allá. Fue el “Click”,
el momento de su activación cinegética, el instante preciso en que se puso en
marcha todo el mecanismo explosivo de la buena genética que Tiza atesora. Con
ese conejo en fuga, Tiza puso la pieza final del puzzle, comprendió su
misión-pasión: se hizo perra de caza.
Obviamente, aún le queda un largo
camino de aprendizaje, jornadas de prueba y error, de fallos, de precipitaciones, un proceso que
será más o menos largo según la inteligencia podenca que atesore. Por la
evolución que veo, por sus detalles de perra templada e inteligente, creo que Tiza
será una extraordinaria perra de caza. Pero demos tiempo al tiempo, dejemos que
el río fluya según dicte la corriente, tiempo habrá de saber hasta dónde llega
esta podenquilla blanca que todavía se marea en el coche y se mea cuando la
acaricio al llegar a casa.
Cuando hay raza como la que tiene Tiza, con muy poco aprendizaje es suficiente para pasar unos ratos inolvidables.
ResponderEliminarEvidentemente, la genética es fundamental, pero dar con un ejemplar templado, inteligente y con una pasión desmedida, ya no es tan fácil. Tú y yo hemos tenido mucha suerte. Gracias por tu comentario
EliminarCon dos compañeras de viaje como su madre y su "tía" no me cabe duda que el aprendiz superará al maestro. Espero con entusiasmo ver esa evolución en este blog.
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