martes, 5 de mayo de 2015

The Straight Story (año 2007)



A Vito, con cariño

En 1.999 David Lynch dirigió “The straight story”, una magnífica película burdamente traducida al español como “Una historia verdadera” por la – imagino- estúpida razón de estar basada en un hecho real ocurrido en 1.994, cuando Alvin Straight, con setenta y tres años, se entera de que su hermano está gravemente enfermo y decide ir a verle desde Iowa a Wisconsin subido a su vieja segadora John Deere. Un trayecto de cientos de kilómetros que tardó más de seis semanas en realizar.

 En el año 2.007, Vito, con ochenta y tres años, recorrió un domingo de octubre los trescientos y pico kilómetros que median entre Zamora y Villacastín (Segovia) a lomos de su viejo SEAT 124, para cazar en mano con sus amigos y después volver a su pueblo, en Zamora. Aquel día cazaron un conejo albino.

Para mayor mérito, Vito lleva sus ochenta y tres años de una sola mano, que la otra le falta desde hace tanto, que ya es más que diestro en el arte de manejarse sólo con la mano izquierda; y a la hora de cazar, le vale el antebrazo para correrle la mano a las perdices que vienen voladas y a las liebres que van largas.

A Vito las carnes le pesan tan poco como los años, pues las lleva bien pegadas a los huesos; sus pies tienen una tesis doctoral en barros y en las pinchas de las aulagas y sus piernas aguantan mejor una mano a las perdices que una hora en la sala de espera de un Centro de Salud. Ese cazador excepcional está hecho de fibra y carácter, cosa que ayuda mucho a la hora de espantar achaques. Vito es un referente para todos los que queremos seguir en esto sin mirarle la fecha de caducidad a las etiquetas que la sociedad impone a los jubilados. 

Como le sucediera a Alvin Straight al enterarse de la enfermedad de su hermano,  Vito recibe cada domingo una convocatoria inaplazable que le nace del estómago y  contra la que ni siquiera la vejez tiene argumentos, pues esos llamados atávicos no saben ni de prórrogas ni de excusas.  Y Vito arranca el viejo Seat 124 como si fuera una segadora John Deere. Alvin y Vito saben que la distancia es sobre todo cuestión de tiempo y éste, en la vejez,  toma un cuerpo donde las prisas no tienen sitio. Su viaje es un pase de pecho a la velocidad del siglo de Internet que a todos nos lleva absurdamente a contrarreloj. Su tenacidad, una lección impagable para todos los que pretendemos deshojar la margarita con la intención de quedarnos con los dos o tres pétalos que realmente merecen la pena.

A estos dos pájaros del mismo tiro les mueve la indestructible convicción de saber que eso es lo que se quiere hacer y lo que se  termina  haciendo, por mucho que el sentido común – por vulgar y ramplón- arquee su ceja. Algo así es tan insólito como matar un conejo albino en Segovia. Y, sin embargo, milagrosamente ocurre. Gracias, Vito.

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